Aprender a vivir, Con los Otros

Qué fácil es sonreír a otra persona cuando
nuestra cara está sonriente!
¡Que difícil cuando necesitamos lo mismo
que otros necesitan!

El silencio, por sí mismo, no comunica calor,
intimidad, simpatía, comprensión.
Pero puede tener todas estas virtudes, si viene
de un corazón amigo.

Cada día nos es más necesario encontrar a
alguien que nos sepa escuchar.
Y cada día resulta más difícil encontrar esta
persona singular.

Hay ojos que preguntan.
Hay ojos que contestan.
Pero lo que más se necesita, son ojos que
escuchen.

El que sabe escuchar, también necesita que
alguien le escuche a él.
Si no lo tiene, aún viviendo siempre rodeado
de personas, se encuentra solo.

Acepta mis variaciones de humor, como yo
acepto también tus variaciones de humor.

Ni yo soy sólo lo que mi estado de ánimo te
dice de mí, ni tú eres lo que alguna vez me
muestras de ti.

Las imágenes actúan dinámica mente, y pueden
transformar incluso nuestro ambiente y nuestra
relaciones.
Estas imágenes van buscando y seleccionando
«afinidades» a su alrededor, en el mundo de las
cosas y en el mundo de las personas.

Cuando queremos algo de otra persona, nos
presentamos como corderos mimosos.
Cuando ya lo tenemos, nos convertimos en
lobos rapaces.

Si otro tiene lo que tú necesitas, pídeselo;
pero no se lo exijas.
Y piensa siempre qué le puedes dar tú en
justa compensación.

Aunque algún día nos tengamos que alejar el
uno del otro, ahora podemos acercarnos inti-
mamente.
Y quizás esta intimidad perdure en ambos a
través de los tiempos y a pesar de todas las
distancias geográficas.

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