Presta atención a tu cuerpo y dale el trato que
merece un amigo.
Por ejemplo, a la hora de ducharte o del baño,
de arreglar tu cara y tu cabello.
No lo hagas con prisa y como quien lo hace
por obligación y a regañadientes.
Muchos viven como si su cuerpo tuviese sólo
cabeza.
Cuidan su cabeza y descuidan todo el resto.
Y una manera de descuidar el «resto» es darle
poca importancia.
La cara del cuerpo, no está sólo en la cabeza.
Todo tu cuerpo es cara: tus manos, tus pies,
tus piernas, tu espalda, tu pecho…
Conoce y cuida toda las «caras» de tu cuerpo.
Tu cara es tuya, de acuerdo, pero es también
para los demás.
Y no debe ser una «pared que no ríe» de tu
cuerpo.
Cuida tus manos.
Con ellas trabajas.
Con ellas acaricias las cosas y las personas.
Son tuyas y, cuando las das, son también
nuestras.
Una de las cosas que mas necesitas el cuerpo
es aire y agua.
Aire puro de montaña, de altura, que oxigene
las últimas entretelas de nuestro organismo.
Y agua fresca que penetre desde la piel por
todos los poros sedientos de nuestro cuerpo.
Tenemos sed y bebemos agua.
Pero sólo sabemos beber con la boca.
Y no advertimos que todas las partes del
cuerpo son bocas que necesitan agua.
Tu piel necesita aire y sol, temperaturas fresca
y no seca.
Poco abrigo, para que se acostumbre a las
variaciones naturales del tiempo.