Aprender a vivir «Con los otros»

Esfuérzate en vivir en paz y en buenas relaciones
con todo el mundo.
Aunque  los demás te declaren la guerra, no aceptes
la batalla.
Y esto no es cobardía, ni entregarte vencido, ni some-
terte; sino todo lo contrario.

En cualquier reunión:
Ponte a  escuchar desde tu mente lo que otros dicen,
y a ver, tu modo  de ser, lo que hay  a tu alrededor.
Sé receptivo y activo, sin perder tu personalidad.

Una falta corriente:
Que en una reunión dirijamos nuestras palabras
a una sola persona, siempre la misma.
Como si las demás  personas no contaran, ni estu-
vieran presentes.

Los hay que siempre desvían  las conversaciones
que eran interesantes.
Para ésto -eternos «vedettes» -sólo es interesante
la conversación  en la que ellos son los únicos
autores  y actores.

Conversar no es precisamente  un monólogo.
Ni un intercambio en «lineas paralelas» de dos
monologan tes.

Curioso  fenómeno :
El que en un grupo se»metan» con alguno que
eligen -consciente  o inconscientemente-, para
el papel de victima»
Es una manera de descargar  la ansiedad, o la
propia culpa sobre las espaldas de otro.

Aunque muchas reuniones sociales sean una 
perdida literal de tiempo, conviene que no te
niegues radicalmente a todas ellas.
Piensa que es un ejercicio de sociabilidad, que
mejora «algo» tu carácter.

Curiosamente, son los que no saben escuchar,
los que siempre se quejan de que a ellos nadie
les escucha.

En una reunión, todos  se disputan poder hablar
con el que sabe escuchar.
Y a éste le suelen hablar varias personas a la vez.

De entrada escucha a todos.
A todos, menos al que sólo le gusta criticar por
criticar, hablar por maledicencia.

Con ciertas personas, te ves forzado a repetir
varias veces la misma pregunta.
Y no es que no te hayan oído, es que no te con-
ceden su atención  y consideración.
No eres importante para ellos, y lo mejor es que
no pierdas el tiempo.

Huye  de los que hablan por hablar.
Si desprecian el tesoro de su tiempo, no permitas
que te roben el tuyo.
Los charlatanes deberían tener un lugar para po-
der hablarse a sí mismos, en lugar de pretender
estorbar a los demás.

Sólo  sabe escuchar bien, aquel que no quiere ser
protagonista.
Con frecuencia es el que tiene más que decir.
Y al que deberían  oír todos.

Convivir, no es un verbo fácil de conjugar en la vida.
Entro yo, entras tú, entran ellos, entran todos.
Muchos inquilinos para una casa pequeña.
Pero es mejor que vivir  solitario en una casa grande.

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