El ángel que cura

Al  arcángel Rafael se lo reconoce como el
«ángel de curación» ya que su misión prin-
cipal es sanar  a la tierra y a los hombres.
Por tal motivo, lo invocamos ante alguna
enfermedad o simplemente  para solicitar-
le  que nos mantenga sanos. En el libro de
Enoc se describe que a él  se le encargó la
importante tarea de castigar a los ángeles
rebeldes  y sanar a la Tierra de todas las
terribles acciones demoníacas que se le
pudieran desarrollar.
Cada vez que invocamos a san Rafael para
que nos cure, debemos  visualizar el órgano
 a la lesión que nos está haciendo sufrir.
De  esta manera el ángel dirigirá sus poderes
de forma puntual para que prontamente nos
sanemos. Recordemos que los ángeles  no sólo
nos curan cuestiones físicas, también podemos
convocarnos por «heridas» espirituales.
En resumen, al  arcángel Rafael le solicitamos:
salud (física y emocional), curación (psicofísica),
visión de las enseñanzas  que nos deja una enfer-
medad y armonía interior.

APRENDE A VIVIR CON TUS PROBLEMAS

Cada persona en sí misma es un problema.
Lo cual no es una noticia nueva.
Es reconocer la realidad.

Cada uno es legítimo propietario de sus pro-
blemas.
Pero curiosamente, ésta es la única propiedad
que nadie quiere retener, y que todos tratamos
de traspasar  a otros.

Si tienes  un problema, no lo dejes «pegado»
día  y noche  a tu pensamiento.
En lugar de esclarecer, podría ir tomando cada
vez proporciones  más grandes.

Si tienes preocupaciones, empieza por ordenar
tu vida y simplificar tus ocupaciones.
Luego verás  que tus problemas vienen a veces,
medio resueltos.
En parte y quizás  más frecuentemente, porque
los otros te miran con envidia.

A veces tu problema no es querer y no poder
realizar tus planes e ilusiones.
Sino, más bien, no tener planes ni ilusiones.

La crítica continua que haces a tus propios
errores  y faltas pasadas no te soluciona nada.
Al contrario, sin darte cuenta, tú mismo haces
que tus fallos se perpetúen aún más, en el lugar
de mejorarlos.

Muchas veces. «apartar» la mente  de un pro-
blema es el mejor camino ayudarla a saber encon-
trar la solución.
También trabaja la mente -y posiblemente mejor-
cuando no le exigimos urgentemente un trabajo.

Hoy no sufrimos en silencio.
Queremos reivindicar el derecho de dar conocer
nuestro dolor.
Siempre con la esperanza  de que alguien nos com-
prenda y nos conforte.

Ante una situación  difícil, que envuelve tu persona
y otras personas, no pienses enseguida que tienes
que cambiar a los demás; empieza por cambiarte a
ti mismo.
Y cambiar, no significa precisamente ceder o anularte;
cambiar es obrar de otra manera, más inteligente mente,
con más calma y serenidad.

«Continuará»