Necesitamos darnos a veces una palmaditas
a la espalda y decirnos algo así:
-Adelante, que no ha sido nada. Mañana irá
mejor. ¿ Auto engaño? No, medicina.
Si practicas algún deporte, no lo tomes como
algo trascendental, sobre todo a la hora de
vencer o ganar.
No deja de ser un juego, y los juegos ni nos
hacen mejores ni peores.
Tampoco hacen que en tu vida seas un ven-
cedor o un perdedor.
En el juego, como en todo, no te compares a
los demás.
Ni serías mejor deportista si vences a otro que
vale menos, ni eres peor deportista si eres ven-
cido por uno que sabe más.
El valer de los demás es relativo, y así lo es el
tuyo comparado con los otros.
Nos recomiendan el deporte para equilibrar
nuestra mente y recuperar fuerzas física.
También es deporte -más económico por
cierto y a mano-, dar un paseo y procurar que
los ojos en lugar de mirar sólo hacia adentro,
sepan mirar lo que existe también a nuestro
alrededor.
Juega hoy lo mejor que sepas.
Tal vez mañana puedas jugar mejor, pero no
te extrañes si mañana tienes un día peor.
El juego y las personas tienen esto de común,
que verían su «forma» según los días.
Lo importante es que en el «fondo» permanezcas
igual.
Se puede estar contento perdiendo el juego.
Y se debería estar descontento, a veces, después
de ganar un juego.
Lo importante no es el resultado, o lo que los
demás digan de ti, sino lo que tú valoras de este
juego y cómo te juzgas por lo que has hecho.
En el fondo de nuestros disgustos, tristeza e
infelicidad, está muchas veces algo que ha
sucedido de modo diverso a lo que deseábamos.
Q que no llega nunca lo que esperamos desde
hace mucho tiempo.
Pero ¡quién sabe si no es mejor que haya sido así.
Los males son indudablemente realidades que
nos visitan de vez, en vez.
Pero lo «malo» de los males no es tanto la realidad
que presentan, sino el no saber ver en ellos lo
«bueno» que también nos traen.
Eso sí, lo «bueno» viene muy escondido y sólo con
humildad y fe se logra descubrir.