Aunque la mayoría de nosotros no sepamos, todos
recibimos la misteriosa ayuda de estos espíritus protec-
tores, aveces escuchamos ruidos extraños, puertas que
se abren solas, objetos que misteriosamente desapare-
cen, cuadros que se caen sin explicación que no siem-
pre son espíritus o fantasmas vengativos sino estos di-
minutos seres que comparten nuestros espacios. Apren-
damos a compartir con ellos nuestro hogar. La mayoría
de las veces, solo nos causan pequeños estragos, como
por ejemplo encontrar un objeto luego de haberlo bus-
cado en todos los lugares posibles para encontrarlo en
un lugar donde antes ya habíamos mirado. Esto dimi-
nutos seres del mundo espiritual son duendes, elfos y
adas, que aveces se hacen visibles tanto a los niños
como a las personas sensibles que creen en ellos.
Los kobolds, conocidos como los duendes domésti-
cos más antiguos, sobre todo en Europa, originalmente
vivían en los árboles, fueron tallados como muñecos,
dentro de los cuales permanecían el espíritu, y los hom-
bres los forzaron a trabajar en sus casas. Hasta que
ellos fueron escogido sus propios amos y hogares y se
acostumbraron a coexistir con los seres humanos, bus-
cando los rincones oscuros y más silenciosos de la casa
y disfrutan molestando a los dueños, causando trastornos,
como ya mencionamos, aunque también pueden ayudar en
las tareas del hogar cuando así se lo proponen, a menudo
se pueden escuchar gritos y susurros, siendo capaces de
enloquecer a los seres humanos. Los elfos en los jardines,
que viven debajo de las piedras, son muy traviesos.
Los elfos nocturnos pueden subirse encima de quienes
duermen, causándole pesadillas.
COMO SER SUS AMIGOS. Los elfos domésticos:
Tratándolos bien, son leales a la familia con quienes com-
parten el espacio, pero pueden gastarles bromas si se los
hacen enfadar o se los critica, cambian el azúcar por la
sal, hacen que las personas se tropiecen, por ejemplo.
Si se les regala ropa, se marcharán enfurecidos, pero
como son muy vengativos, pueden traer desgracia para
toda la familia.
Las hadas domésticas: son muy caprichosas; si escu-
chan hablar mal de su especie, se enfurecen terriblemente.
Para convocar su ayuda, lo mejor es ofrecerles comida sin
gritar ni silbar y tratar de tener la casa limpia y acomodada,
porque estos seres desprecian a los perezosos y descuidados.
Quien siga estas reglas, tendrá excelente relación con el mundo
de los elementales, de la naturaleza e incluso, podrá disfrutar
de la agradables visitas de estas criaturas mágicas.