El que camina, llega.
No importa tanto si es antes o después.
Lo importante es caminar; mucho más
importante que llegar a una hora deter-
minada.
Agradece que sigas aún con vida.
Y que tengas dos ojos para ver, dos pies para
andar, una cabeza para pensar, y un corazón
para amar.
deja pasar este día malo, y aunque se repita
al siguiente, también déjalo pasar.
La vida no se va a repetir siempre igual; algo
nuevo, aunque no sepamos qué será llega en
nuestra ayuda, de la mano del tiempo.
El extraño heroísmo de la vela:
Por un lado, vive sus días en agonía lenta,
sabiendo que sólo tiene un modo de vivir:
ir avanzando hacia la muerte.
Por otro lado, vive, dando luz y calor a los
demás.
Exactamente como nuestra vida.
Hemos de recuperar la palabra » fiesta» en
nuestra vida.
La fiesta es el espacio que nos permite respi-
rar hacia dentro de nuestra intimidad para
encontrarnos a nosotros mismos.
Y nos permite encontrarnos con los demás y
aun con Dios, sin intereses egoístas, solo por
amistad.
El ser desgraciado no es un «hobby» tan fácil
ni tan cómodo.
Exige un trabajo que ocupa todas las horas
del día.
y todos los días de una vida.
La confianza es audaz, es luchadora, no se
entrega, busca crear cosas nuevas y mejores,
sin miedo a los viejos sistemas y rutas.
cuántas veces uno quisiera ser mago.
Poder hacer simplemente lo que hacen los
ilusionistas, que no es precisamente ningún
milagro, pero sí una ilusión.
Como cambiar las cosas más feas, más vulga-
res, por otras nuevas, hermosas, inesperadas
e interesantes.
A uno le gusta los días claros de sol.
A otros, los días grises, de nubes o neblina.
Por esto todos tienen sus días felices y sus
días menos felices.
Cuando el día de hoy no te guste, piensa que
hoy debe ser el día feliz de alguna otra persona.
¿Estás aún vivo?
Da gracias a Dios: tienes lo mejor que te podían
dar; tienes lo más importante para poder hacer
algo hermoso para ti y para los demás.
Alguien ha escrito que el pesimista es el opti-
mista informado.
Preferimos creer que el pesimista es aquel
que está aún muy poco informado del enorme
potencial que lleva su naturaleza.
Y que más bien ers pesimista porque le falta
esta información.
Desde niño nos preparamos para recibir la
vida con toda suerte de estudios y aprendiza-
jes.
Pero pocos estudian y se preparan paran para
recibir la muerte.
Lo uno y lo ottro requiere fe y optimismo.
Nacer y morir deberían se dos momentos
igualmente felices en la historia de los hom-
bres, como lo son en la historia de Dios.
No deberíamos acoger lo uno con alegría y
lo otro con tristeza.
La muerte es sólo un traslado de casa, que
nos prepara Dios.