DESDE LA CELDA

¡Ay de aquel que fuera un día
novio de la soledad!
Después de este amor supremo
¿a quién amará?

¿Quién sin dar nada se entrega
y estrecha sin abrazar?
¿Quién de un vacío tesoro
hace que se pida «más!»?

¿qué araña invisible y  muda,
carcelera singular,
teje sus rejas abiertas
y el cautivo no se va?

Los aldabones golpean
con rumor de eternidad,
y el corazón solitario
le responde: «Más allá»…

Sí, más allá ,de sí mismo
más allá del propio mal,
amorosamente solo
con su mal de soledad.

Afuera ríen los soles
sus vitrinas de cristal
racimos de perlas vivas
al pasajero le dan.

Por los caminos del mundo
cruza la marcha triunfal.
Evohé…(15) siga la fiesta…

¡Ay de aquel que fuera un día
novio de la soledad!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *