Cuando yo era pequeño, mi madre (que Dios te bendiga)
me enseñó a no llevar nunca el ayer a cuesta. Cualquier
cosa que haya su-cedido, no tiene hoy ninguna impor-
tancia, pues fue del ayer, ya muerto. Recuerdo exacta-
mente sus palabras: » Ya no puedes hacer nada para
modificar lo que sucedió ayer. Si adquieres el hábito de
llevar el ayer sobre la espalda, cuando cumplas 21 años
estarás más encorvado que un anciano»
-Danny Thomas-